Ana, soror...

     Septiembre nos trajo a Marguerite Yourcenar, una autora que llevábamos tiempo queriendo abordar y que nos hemos tomado muy suavemente. Empezamos con Ana, soror…, un relato de juventud que pertenece al recopilatorio Como el agua que fluye. Enseguida nos dimos cuenta de que la autora iba a darnos para mucho más, y previendo futuras lecturas (¿cuentos completos? ¿Memorias de Adriano?) fuimos bastante comedidas. Estoy convencida de que hay mucho más que decir sobre ella en el Círculo, así que, en esta ocasión, voy a dejar abierta la puerta. Añado algunos textos que han aportado las compañeras durante la sesión, y dejo hablar a la propia Yourcenar sobre su historia:


Se trata de un amor entre hermano y hermana , es decir, del tipo de transgresión que con mayor fuerza inspiró a los poetas por un acto voluntario de incesto. (…) Acaso pudiera decirse que se ha convertido, para muchos poetas, en el símbolo del todas las pasiones sexuales, tanto más violentas cuanto más contrariadas, más castigadas y más ocultas.

(…) Dos temas suelen predominar en estas presentaciones de incesto [obras de distintos autores]: la unión de dos seres excepcionales emparejados por la sangre, aislados por sus mismas cualidades, y el vértigo del espíritu y de los sentidos transgrediendo una ley. Encontramos el primer tema en Ana, soror… (…); el segundo se halla excluido. (…) Su pasión es tan fuerte que no puede por menos que realizarse; mas a pesar del largo combate interior que precede a la caída, sentida de inmediato como una indecible felicidad, ningún remordimiento viene a interponerse entre ellos. (…) La felicidad conseguida y el dolor aceptado los salvan de este desastre [el amor reconvertido en odio, rencor o indiferencia irritada]. (…) La noción social de lo prohibido y la noción cristiana de la culpa se funden en esa llama que dura toda la vida.
Con Ana, soror… gocé por vez primera el supremo privilegio del novelista: el de perderse por entero en sus personajes o dejarse poseer por ellos. Durante aquellas pocas semanas,  y aunque continuaba haciendo los mismos gestos y asumiendo las relaciones habituales de la existencia, viví sin cesar dentro de aquellos dos cuerpos y de aquellas dos almas, pasando de Ana a Miguel y de Miguel a Ana, con la indiferencia hacia el sexo que es, según creo, la de todo creador en presencia de sus criaturas (…). Mi experiencia sensual era bastante limitada por aquella época: la de la pasión se encontraba aún a la vuelta de la esquina; sin embargo, el amor de Ana y de Miguel ardía dentro de mí. El fenómeno es, sin duda, muy sencillo de explicar: todo ha sido ya vivido y revivido millares de veces por los seres que llevamos en nuestras fibras, del mismo modo que en ellas llevamos también a los millares de seres que un día serán.
Exquisita y concisa. La reservamos para después del experimento que haremos ahora con Marguerite Duras. Los textos complementarios versan sobre el incesto en la literatura francesa y sobre los personajes femeninos en la obra de Yourcenar.

Yo, por un tiempo, me retiro, esperando que alguien continúe dando cuenta de nuestro surquito. Gracias por leer.

Saludos sorores,

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