Rebecca, de Daphne Du Maurier

"La felicidad no es un bien que pueda atesorarse; es una manera de pensar, un estado de ánimo." (p. 11)


Rebecca, publicada en 1938 y tercera obra de Daphne Du Maurier, es una lectura que atrapa. Desde el inicio son envolventes las hermosas descripciones de los paisajes, el retrato psicológico de cada personaje,  los acontecimientos. 
"Los rododendros medían más de cincuenta pies, y se retorcían abrazados en extraño maridaje a una multitud de arbustos anónimos, pobres advenedizos, que se agarraban a sus raíces, como si se dieran cuenta de su origen bastardo. Se veía un lilo enlazado con una haya roja, y, como si quisiera hacer la unión más fuerte, la hiedra malévola, sempiterna enemiga de lo grácil, había extendido sus zarcillos en derredor de la pareja, que ahí resultaba prisionera." (p. 7) 
Los personajes femeninos principales tienen un perfil bastante definido. Por una parte, Rebecca, una ausencia presente en cada rincón de Manderley, representa la libertad y, 'casualmente', se presenta como persona  fría, calculadora y despótica. Digamos que, en contraposición con la segunda señora De Winter, Rebecca da un perfil de mujer que elige lo que quiere y no se amolda a nada ni a nadie y, además, en la obra se da a conocer su nombre, no así el de la segunda esposa de Maxim que podría denominarse la innombrable, puesto que cerramos el libro y no se ha hecho mención a su nombre en ningún momento. Ésta se presenta como una mujer insegura, apocada, sumisa, incluso dependiente, que se infravalora constantemente. A su llegada a Manderley se encuentra con esa ausencia-presente de la difunta Rebecca -que el resto de personajes se empeñan en hacer presente hasta el agotamiento-.
"Sentí un soplo helado en la espalda, como si alguien hubiera abierto detrás de mí una puerta, y me dí cuenta de que estaba sentada en el sitio de Rebeca."

Estos dos personajes femeninos me han retrotraído a la sempiterna dicotomía mujer 'buena'- mujer 'mala', con todo el sustrato de estereotipos y los consiguientes mandatos.

En un momento de la tertulia.


Por su parte, la señora Danvers, ama de llaves de Rebecca, haciendo gala de una fidelidad enfermiza, es la salvaguarda de su memoria, hasta extremos insospechados.
"Creerá usted que me ha gustado verla sentarse en el sitio de mi señora, andar por donde ella andaba, tocar las cosas que habían sido suyas. ¿No comprende lo que ha sido para mí tener que verla durante todos estos meses, saber que se sentaba ante su escritorio del gabinete y hasta escribía con su propia pluma, y que hablaba por el mismo teléfono que ella usaba todos los días, sin falta, para hablarme, desde que vinimos a Manderley?" 

Magdalena.


Mientras en los personajes femeninos se vislumbra venganza y oposición (en el caso de la señora Danvers, un amor obsesivo y posesivo), los dos masculinos, Maxim y su tesorero Frank, hacen gala de amistad y compañerismo.

Por otra parte, ¿qué concepto del amor encontramos? Para Rebecca quizás es un ingrediente más en su vida, su personaje es como un espejismo del que sólo nos llegan algunas luces, a través de otras personas (la impresión, los sentimientos, que Rebecca provocó en ellas). Para la innombrable, el amor es sumisión y entrega total, renuncia, justamente todo lo que aboga ese invento del patriarcado denominado 'amor romántico' y que nada tiene que ver con la vivencia de un amor sano. Constantemente muestra una actitud de hacer todo lo posible por no disgustar a su esposo, quien la trata como una chiquilla, con una falta de respeto patente que nadie cuestiona, ni ella misma siquiera. Tanto es así que asume una vida rutinaria a su lado, haciendo suyos los fantasmas de aquél, todo en nombre del 'amor'.
"La casa era una tumba, y allí estaban nuestras angustias y sufrimientos enterrados en las ruinas. No resucitarían. Cuando ya despierta recordase a Manderley, lo harían sin amargura."
"Nada nos ocultamos. Todo lo compartimos. Es verdad que este hotelito es aburrido, y la comida no vale nada, y que pasan los días con monotonía, pero no deseamos otra cosa. En cualquiera de los grandes hoteles nos encontraríamos con demasiados de sus conocidos. A los dos nos gusta lo sencillo, y si algunas veces nos aburrimos, pensamos que el aburrimiento es un buen antídoto contra el terror. La rutina gobierna nuestras vidas; yo, ¡quién lo iba a decir! resulta que leo muy bien en voz alta." 
En cuanto se disiparon sus inseguridades, encontró la fuerza para ser ella misma y ejercer su autoridad personal, primero con una de las doncellas: 
"Jamás se me hubiera ocurrido que fuera tan fácil ponerse seria. ¿Por qué me parecía tan difícil antes?" 
Y, más tarde, con la señora Danvers:
"-No estoy acostumbrada a que me manden recados con Robert. Si mi señora quería cambiar algo del menú me llamaba ella misma por teléfono." (le dice la señora Danvers) -Lo siento, pero no me interesa lo que solía hacer su señora. La señora ahora soy yo, y si me parece bien mandar recados con Robert, puede usted estar segura de que lo haré." 
Completando El Árbol de las palabras.


Tal vez les interese saber que Carmen Posadas acuñó, hace tiempo, el concepto síndrome de Rebeca, concepto que pueden encontrar también en Wikipedia (cliqueen y se informan). En El síndrome de Rebeca, Carmen Posadas, a lo largo de 157 páginas escritas con mucho humor, nos presenta este síndrome como el fantasma de un amor anterior que se manifiesta de diferentes formas y para el que hay tres prototipos de víctima que coinciden, justamente, con los tres personajes principales de Rebeca, de modo que cada prototipo tendría, además, sus propios fantasmas. 

En cuanto a nuestro particular Árbol de las palabras, los frutos que surgieron fueron los siguientes: amor tortuoso, sumisión, brillantez narrativa, dominación, arquetipo, dualidad afectiva, dominación psicológica.

El reportaje fotográfico corre a cargo de María Elena Soto (si cliquean en su nombre acceden a su Blog) a quien agradecemos siempre su colaboración.

Árbol de las palabras finalizado.


Isabel Rojas.

  • La autora.


Daphne du Maurier

"(Londres,1907-Par,1989) Novelista y dramaturga inglesa."

"Se crió en un ambiente literario y artístico. Fue nieta del gran caricaturista George du Maurier y la actriz Muriel Beaumont, y sobrina de J. M. Barrie, el creador de Peter Pan y Edgar Wallace, novelista considerado "padre" el estilo thriller y autor del guión original de King Kong.

"Los argumentos de sus novelas son obsesivos y ambiguos, y van generando el terror como en las obras La posada de Jamaica (1936) o Rebecca (1938), que le valieron reputación internacional."

Recibió "(...) una educación exquisita y sus buenas relaciones le permitieron publicar sus primeros escritos en la revista de su tío.

Menabilly.

Con poco más de veinte años publicó su primera novela que se publicó en 1931. Al año siguiente se casó con el teniente coronel Frederick, que participó activamente en la II Guerra Mundial, recibió el tratamiento de Sir.

Residió con su familia en la mansión de Menabilly, una fabulosa casa situada en la costa de Cornualles, que le sirvió como escenario de algunas de sus obras.

Madre de tres hijos, enviudó en 1965 después de 33 años de feliz matrimonio.

En 1969, la reina Isabel II la nombró Dama del Imperio Británico, en reconocimiento a su trabajo literario. Sin embargo, siempre se sintió incómoda con ese honor y nunca usó el título."

Daphne du Maurier.

"Autora muy prolífica, escribió tanto novelas como obras de teatro, narraciones cortas y biografías. Entre sus principales novelas destacan Jamaica, Rebeca (que alcanzó un rápido éxito de ventas desde su primera edicón y fue llevada al cine por el director Alfred Hitchcock), El manzano, El pequeño fotógrafo, Bésame otra vez y Los pájaros (también llevada al cine por Hitchcock)."

Pueden consultar las fuentes utilizadas en los siguientes enlaces: biografías y vidashojasdealisio; porlacalledealcala.



2 comentarios:

María E. Soto dijo...

Magnífica reseña.

Círculo de Lectura Irène Némirovsky. dijo...

Muchísimas gracias, María Elena; doblemente, también por tu valiosa colaboración.

Calidoscopio literario. Calidoscopio de emociones.

Escuchar. Aprender a ver. Encontrar una voz. Escribir. "Aprender graba en nosotros los recuerdos. En la niñez, el aprendizaje ...