Camille Claudel, Anne Delbée.

En su memoria infantil, quedaron grabadas las palabras pronunciadas por su padre, un día ya lejano. <<Camille, di a los demás lo que te gusta. El sacrificio acaba perturbando a todo el mundo. Que los demás conozcan tus verdaderos deseos. No hay nada peor que el hecho de que alguien se sacrifique por ti. No hay que hacer esa clase de regalos. A ningún hombre. Es una forma insoportable de chantaje.>> (p. 141)


Estrenamos tema: Historias de Vida (biografías). Día de estreno, por tanto. Se abre el telón: una mujer mira fijamente al auditorio, al moverse disimula una leve cojera. En una de sus manos porta un puñado de arcilla. Con rapidez, moldea una mano en expresión de solicitud que, luego -brazos extendidos-, muestra al público con expresión orgullosa. El silencio se sucede. Tras él, una voz inunda la sala: <<he arañado los convencionalismos, he desafiado las normas y lo establecido. Mi nombre: Camille Claudel, gran escultora del siglo XIX.>>Comienza a sonar La Danza Árabe, de Chaikovsky. Se baja el telón.

En 1982, Anne Delbée publica Une femme. Camille Claudel, traducido al italiano como Una donna chiamata Camille Claudel, en 1988, y al castellano en 2008, de la mano de Circe.

Camille Claudel y Ghita Theuriet
en París (1881-82)
La publicación de Anne Delbée, en su momento, no es en absoluto estéril: en respuesta, Reine-Marie Paris -nieta de Paul Claudel- publica Camille Claudel;  inspira al cineasta Bruno Nuytten para llevar su vida a la pantalla, con Isabelle Adjani en el papel principal; se publican artículos, se dan conferencias, exposiciones. Vuelve, entonces, a resonar el nombre de Camille Claudel, gran escultora del siglo XIX que, de forma incomprensible, había caído en el olvido.

Camille Claudel sintió desde muy joven la llamada de su vocación: la escultura. A los seis años, ante la incomprensión familiar, ya moldeaba con arcilla. Aproximadamente once meses antes de ella nacer había muerto su hermano, Charles-Henri, con dieciséis días de vida. Al nacer ella, su madre, que deseaba un niño, no quiso verla y, cuando se enfurecía, la llamaba La usurpadora. La relación con su madre siempre fue, incomprensiblemente para Camille, de desprecio, tanto hacia su vocación -que odiaba- como hacia ella misma.
"-Me iré. No me convertirás en lo que tú eres. No me parezco a tí. Quiero ser libre. Me iré de aquí. Me iré donde no haya nadie.  
-¡Nunca más, ¿entiendes?, nunca vuelvas a hablarme en ese tono! ¡No saldrás nunca más! ¡Te encerraré! ¡Haré que te encierren! (p. 115)

En su padre, sin embargo, tenía un aliado. Fue él quien medió para que Alfred Boucher, experto en escultura, accediera a ver el trabajo escultórico de Camille, que le pareció muy interesante. Las sombras contrastadas, la fuerza. Posee el don de la vida. Para un escultor es lo más importante. Diríase que ha estudiado con Rodin...Es preciso que vaya a París. Enseguida, para luego añadir que tratándose de una mujer, me negaría enseguida, pese al talento de esta niña. Se le niega también la entrada a la Escuela Nacional de Bellas Artes, argumentando que aceptarla significaría revolucionar los talleres.
"Detesto los cumplidos y la adulación servil. Amo la vida, eso es todo. Ni el infierno ni los inmortales. La vida, aquí, ahora..." (p. 241) 
El padre lo tiene claro, Camille será escultora. Con dieciochos años trabaja en el taller Alfred Boucher, recibiendo clases. A los veinte años comienza a trabajar en el taller de Rodin, por expresa invitación de éste. La forma de trabajar de Rodin y la de Camille son muy similares, hasta tal punto que las personas que ven sus trabajos los confunden. Se establece, entonces, una relación amorosa, secreta, entre ambos. Relación que actuará como una sombra, incluso a través del tiempo, en detrimento de su talento: Camille Claudel, amante de Rodín, discípula de Rodín.

Ella, grande entre los grandes, cede ante la sombra de él, hasta darse cuenta de que está perdiendo un tiempo muy valioso en trabajar para Rodin. Se centra de nuevo en la soledad de su trabajo, a la vez que pone fin a la relación. La escultura, sin embargo, es una profesión dura. Se precisa un espacio en el que trabajar, materiales, y ello rivaliza con la supervivencia más básica.
"Y así como Bourdelle, antiguo alumno de Rodin, era considerado el <<escultor Bourdelle>>, ella seguía siendo <<Camille Claudel, una mujer de talento, alumna de Rodin.>>" (pág. 243)
Retrato de Camille Claudel realizado 
por César en 1881 y 
conservada en el Musée Rodin 
de París.
Pese a todo, fue una escultora de gran talento del siglo XIX. Fue nombrada miembro de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. Transgresora de su tiempo, de los roles establecidos, no se ajustaba al modelo de mujer que de ella se esperaba. Camille era una mujer de temperamento que sabía lo que quería. Sentía, por cada poro de su piel, el arte de la escultura como una necesidad de realización vital y, como toda artista, anhelaba el reconocimiento social de su trabajo. Su temperamento le ayudó a abrirse paso en una sociedad tremendamente machista y en una profesión en la que la mujer estaba, aún más si cabe, vetada.
"Se precipita hacia el Salón. Un gran movimiento de gente.    Camille se escurre. Oye: <<Sakúntala. Yeso. Escultor: señorita Camille Claudel. Mención Honorífica.>> (p. 159)
Finalmente, tras algunos incidentes con algunos operarios, optó por no recurrir al recurso de los desbastadores -muy habitual entre escultores, ella misma lo fue de Rodin y éste disponía también de los suyos-, de modo que todo el proceso de esculpir lo realizaba ella, de principio a fin, con el considerable esfuerzo que ello requería y la demora en la realización de las obras.

Sus esculturas poseen vida, movimiento. Más que copiar el objeto en sí, más que la idea del objeto, Camille logra transmitir la fuerza de la emoción. 

La biografía que hoy nos ocupa intercala fragmentos de las cartas que Camille Claudel escribió desde su encierro en el manicomio de Montdevergues, donde fue recluida en 1913  -desde el sanatorio de Ville-Evrard, donde fue internada en un primer momento-, durante casi cuarenta años, hasta su muerte, en 1943. Las causas de su internamiento y la mano ejecutora no está del todo clara. ¿O sí? 

Camille C. en el taller de Rodin
[fuente]
Son dos, básicamente, las direcciones hacia las que se apunta: de una parte, la familia, encabezada por Paul Claudel (¿motivos políticos? -Apoyó el régimen de Vichy; fue gobernador en tiempo de Franco-, ¿religiosos? -Católico visceral-); de la otra, Rodin y su supuesta apropiación de las esculturas de Camille, de lo que no se tiene constancia (en la biografía se deja patente que dicho hurto era un miedo y una sospecha constante de Camille). Lo que está claro es que la familia no debió lamentar mucho su encierro. Su madre y su hermana nunca la visitaron. Su hermano la visitó siete veces. Se prohibió toda visita a Camille (a pesar de que el médico afirmó que podía ser visitada).

En cualquier caso, lo que hoy en día puede ser un cuadro depresivo o ansioso, en aquella época, y con el sufrimiento de una familia conservadora ante la actitud trasgresora de Camille, llegó a ser motivo de internamiento. Imagínense internadas/os en un manicomio en aquella época. Cualquier diagnostico médico de la época debe ser, cuando menos, puesto en duda -una vez internada, se le diagnostica "manía persecutoria" y "delirios de grandeza"-. No se trata de rebatir por rebatir, pero sí, al menos, de abrir la duda, conocer los agravantes.

Al parecer Camille nunca perdió la esperanza de salir de aquel manicomio. En las cartas que envía a su hermano Paul encontramos enfado, disconformidad, desolación y una tremenda lucidez. 
<<Los hay que, al menos poseen estómagos agradecidos y serían capaces de dar alguna compensación a la pobre mujer a la que han despojado de su talento: ¡un manicomio!, ¡no!, ¡ni siquiera del derecho de poseer una casa propia! Porque debo permanecer en su poder. Es la explotación de la mujer, el aniquilamiento de la artista a la que se quiere hacer sudar sangre...>> 
De esta lectura surgen varias cuestiones, a saber: ¿Rodin utilizaba a Camille? Como musa, como materia de inspiración, como colaboradora, consejera, amante, era perfecta para él, pero lo cierto es que esa mano que él le extendía también era retirada a conveniencia. Otra cuestión son las situaciones y sentimientos que se relatan en la biografía, lo que hace pensar que la autora, Anne Delbée, pudo haber leído la Correspondencia de Camille, editada por Síntesis y a todas luces de gran interés para conocer hechos, sentimientos, directamente desde la perspectiva de la afectada.

Durante la tertulia surgió un concepto muy interesante: el autosoporte. ¿Le faltaba autosoporte a Camille? Todo se precipitó cuando murió el padre.

Otra cuestión que se abre paso: ¿Pagamos el precio de la soledad por ser diferentes? Ya sabemos que sí, pero, además, cuando es el hombre quien paga ese precio, ¿la sociedad lo ha juzgado, lo juzga, igual que si es pagado por la mujer? Dicho de otra forma: ¿Hombres y  mujeres asumimos ese precio en condición de igualdad?

¿Se influyeron profesionalmente ambos escultores? No sabemos en qué proporción -aunque en la biografía se afirma que Rodin consultaba a Camille a menudo, porque admiraba su trabajo- pero está claro que sí.

Camille Claudel: mujer, transgresora de su tiempo e incomprendida. Acaso fueron esos tres factores los que, en aquel momento, la llevaron a ser encarcelada en un manicomio.

Se trata, en suma, de un relato de injusticia, del sepultamiento del talento. Motivos suficientes, todos ellos, para leer, y dar a conocer, la biografía de Camillle Claudel.

En nuestro Árbol de las Palabras creció lo siguiente: melancolía, abandono, muerta en vida, incomprendida, desamor, desolación, falta de apoyo familiar, humillación, rechazo a una 'gran vergüenza', vida usurpada.





Isabel Rojas.

  • Algunas de sus obras. 

Clotho, por Camille Claudel.
1983. Musée Rodin, París. 


L'eternelle idole, Rodin [Fuente],
escultura en la que, según esta biografía,
 Camille creyó ver su Sakountala
Sakountala,
de Camille Claudel.
 [fuente]

























La ola. Escultura realizada bajo
la influencia directa de Hokusai y del Japonismo
[fuente: Musée Rodin].



La aurora, 1885.
Por Camille Claudel.




La espiral, por Camille Claudel.




















Les Causeuses (las habladoras),
por Camille Claudel.




Ensoñación de amor a la lumbre,
por Camille Claudel.


El abandono, por Camille Claudel.



"<<Esas cuatro mujeres reunidas en un rincón, una que cuenta algo, las otras que escuchan...¡Usted, tan joven! ¡Esas cuatro viejas! Es la poesía de la vejez y de la sombra. La aparición de la verdad íntima...los míseros cuerpos reunidos, las cabezas juntas, ¡el secreto que se gesta! Una maravilla de comprensión, de sentimiento humano.>> (comentario de Geffroy -crítico de arte, historiador, novelista-, hecho a Camille Claudel sobre Les Causeuses)




  • Anne Delbée.
Nació en París, el 14 de septiembre de 1948. Actriz y directora de teatro, también profesora. Fundó la prestigiosa escuela de teatro Théâtre Go. Ha puesto en marcha unos cincuenta espectáculos para teatro y ópera, entre ellos algunas novelas de Paul Claudel. Justamente, al ser una estudiosa de Paul Claudel, ante las alusiones veladas que el escritor hacía de su hermana, sintió intriga e investigó sobre la existencia de ésta, como resultado coescribió una obra de teatro sobre ella: Une femme. Camille Claudel, antes de escribir su biografía.
[Fuente: Anne Delbée]

2 comentarios:

Marcos dijo...

Me ha gustado mucho la reseña, pero mucho, muy completa. Gracias, porque no conocía a esta escultora, para mí era, hasta este momento, una total desconocida. Un saludo.

Círculo de Lectura Irène Némirovsky. dijo...

Gracias, Marcos. Si te digo que para algunas de las personas que componemos el Círculo, entre las que me cuento, también lo era...De ahí la importancia de nuestras lecturas.

Gracias por compartir en este espacio de comentarios, siempre es gratificante, enriquecedor y alienta el trabajo. Un abrazo.

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