La solterona, Edith Wharton.

"Por aquellos días, las almas sensibles eran como teclados mudos sobre los cuales tocaba el destino una melodía inaudible." (p. 10)

La solterona está ambientada en 1850, momento de despegue de la gran burguesía. Un momento en el que, como apuntaba María Elena, "el apellido es lo importante, el 'pedigrí' (sic). Esa gran burguesía viene representada, en la obra, por la familia Ralston.
"Institucionales hasta la médula, constituían el elemento conservador que sustenta a las sociedades emergentes como la flora marina sustenta la orilla del mar." (página 10)
"A la hora de invocar un precedente, la gente mencionaba a <<los Ralston. Con el tiempo, tal atribución de autoridad había convencido a la tercera generación de su importancia colectiva, y a la cuarta, a la cual pertenecía el marido de Delia Ralston, exhibía ya la desenvoltura y espontaneidad de las clases dominantes." (p. 12)
Los dos personajes femeninos principales son Delia Lovell (luego Delia Ralston) y Charlotte, primas. Mientras la primera "(...) vivía  bajo el influjo Ralston con el automatismo de quien vive bajo las leyes de su país", la segunda, Charlotte es madre soltera de una hija que desconoce su origen, adoptada finalmente por su prima Delia.

Ambos personajes son complementarios, si bien Charlotte es más libre en el sentido de desear hacer lo que le dicta su corazón, también tiene momentos de flaqueza, de abdicación con lo que se espera de ella, y Delia, a su vez, tiene momentos de libertad en sus pensamientos cuando duda, se replantea, cuando le asalta el pensamiento de que "derribaría nuevamente las barreras Ralston y accedería al mundo" o cuando muestra, con el tiempo, una actitud más 'flexible' ante las 'normas' sociales.

Finalmente, Tina, la hija 'ilegítima' de Charlotte, ejerce, inconscientemente, de espejo. Un espejo en el que ambas primas se miran y encuentran el reflejo, cada cual con su luz, de los sueños propios que no pudieron hacer realidad, de sus libertades individuales que dejaron ahogar en el río del convencionalismo.

También Wharton se sumerge -sin llegar a ahogarse- en las profundas aguas de las relaciones matrimoniales -que es una constante en su obra, por otra parte-, aguas que, si bien tienen una superficie aparentemente cristalina, bajo una mirada escrutadora la autora nos descubre ese trasfondo turbio, mostrándonos, en toda su crudeza, la hipocresía, el vacío, la soledad, la renuncia -renuncia que es siempre de la mujer-. Y es una crítica también solapada hacia, por una parte, ese 'destino', hacia ese lugar pasivo "(...) más seguro, más prudente o más...normal" que ha ocupado -ocupa-  la mujer y, por otra parte, hacia la injusticia en la que  incurre la sociedad a la hora de medir desigualmente a hombres y  mujeres.

"Después, naturalmente, seguía la turbadora rendición a las incomprensibles exigencias del joven al que, como mucho, una habría ofrecido una sonrosada mejilla a cambio de un anillo de compromiso; la inmensa cama de matrimonio; (...) las evasivas, las insinuaciones, las sonrisas de sometimiento y las citas bíblicas de mamá; la evocación de la palabra <<obediencia>> en la beatífica bruma de la ceremonia nupcial; una semana o un mes de sonrojante congoja, aprensión y embarazoso placer; luego, la progresión de la costumbre, el insidioso arrullo de la rutina, la pareja yaciendo desvelada en el gran lecho blanco, las charlas o consultas a primera hora de la mañana a través de la misma puerta del vestidor que, semanas antes, pareciese la antesala a un foso incandescente a punto de abrasar la faz de la inocencia." (p. 16)
Wharton es, así, excelente cronista y crítica del entorno en el que vivía, de su época. Y también, en este sentido, autora de un legado 'literario-filosófico' tremendamente actual.
"Y a continuación, los bebés; los bebés que se suponía que <<lo compensaban todo>>, pero que resultaba no ser así...por más que fuesen criaturas entrañables. Una seguía sin saber exactamente qué se había perdido o qué era aquello que los hijos compensaban." (p. 16)

Cabe añadir, sobre la obra que nos ocupa, que fue adaptada al cine, dirigida por Edmund Golding en 1939, protagonizada por una siempre genial Bette Davis a quien, al parecer, acaban convenciendo para rodar esta película cuando le comentan que muchas mujeres se iban a sentir identificadas con la historia.

Estamos, en suma, ante una extraordinaria novela, muy en la línea de Edith Wharton, esto es: una novela salpicada de sutil sarcasmo, de agudeza psicológica y con una utilización extraordinaria del lenguaje. 


Isabel Rojas.



  • La autora. 
"Edith Wharton nació en Nueva York en 1862. Su nombre de soltera era Edith Newbold Jones. Su familia era de clase alta, comparable a la aristocracia europea, y consecuentemente recibió una esmerada educación privada. 
"Está considerada la más genial novelista americana de su generación, admirada por intelectuales de la talla de Henry James, Francis Scott Fitzgerald, Jean Cocteau y Ernest Hemingway. " 

Su primer libro, La decoración de las casas, lo escribió de forma conjunta con su amigo y arquitecto Ogden Codman, en él denunciaban las tendencias decorativas victorianas apostando por una decoración más simple y clásica. . El libro fue "un éxito inmediato y alentó el surgimiento de los decoradores profesionales en el nuevo estilo", como la diseñadora Elsie de Wolfe. Y aquí desvelamos un dato que posiblemente muchas lectoras y lectores suyos desconozcan y es que, además de escritora, Wharton era también diseñadora de interiores y jardines. De hecho fue "pionera del paisajismo en Estados Unidos." La casa de Massachusetts "fue proyectada y decorada por la propia Edith Wharton y está incluida entre los monumentos nacionales de Estados Unidos y abierta al público."

En 1885, cuando contaba con veintitrés año de edad, se casó con Edward Robbins Wharton, "atractivo y amable, un hombre de ocio de una extracción social similar y buen deportista. Sin embargo, él no tenía ninguno de sus intereses artísticos o intelectuales y su matrimonio era muy infeliz." Se divorciaron en 1913.

Desde que era pequeña se mostró "excepcionalmente brillante y creativa: incluso antes de que pudiera leer, se inventó historias (...) y escribió poesía y ficción,." Pero no fue hasta los treinta y seis años que publicó su primera novela. "El conflicto que sentía entre el papel aceptado de una matrona de la sociedad y la de una escritora profesional le causó mucha ansiedad, sin duda contribuyó a la depresión por la que fue tratada en la década de 1890. Un tónico para su depresión era su escape anualmente a Francia e Italia, que la inspiró a escribir sobre arte, arquitectura y jardines."

Instalada definitivamente en Francia, comienza un romance en París, en 1908, con Morton Fullerton, "un periodista del Times de Londres y amigo de Henry James. El diario de Wharton revela su alegría en su vida sexual apasionada y en la comunión intelectual que sentía por él.", aspectos que no sentía Wharton en su matrimonio con Edward. En París, además, "encontró compañía intelectual en los círculos donde los artistas y escritores se mezclaban con los ricos y bien nacidos, y donde las mujeres jugaron un papel importante. Ella conoció a escritores y artistas franceses como Paul Bourget, Jacques-Émile Blanche, Anna de Noailles, André Gide y Jean Cocteau. En París también disfrutó de la compañía de visitantes estadounidenses, como Henry Adams, y Theodore Roosevelt, así como mecenas como Alice Garrett y la señora Potter Palmer y artistas expatriados Walter Gay y Ralph Curtis."

Wharton "continuó su programa diario de escritura, y desde 1902 había producido alrededor de un volumen al año. Continuó su viaje y llegó a estar cada vez más apegada a sus jardines, que ella misma diseñó." 

Fue la primera mujer galardonada por el Premio Pulitzer, en 1921, por La edad de la inocencia, "una obra de ficción que retrataba y denunciaba los artificios de la sociedad de su tiempo, donde su propio divorcio fue un desafío inédito a las normas de la alta sociedad que la había visto crecer. "Fue también la primera mujer en recibir un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Yale y la primera en convertirse en miembro pleno de la Academia Norteamericana de Artes y Letras." 






[Las fuentes consultadas para la biografía las encuentran aquíaquí y aquí]








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